27 de febrero de 2011
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25 de febrero de 2011
DESAPARECE OTRA ARBOLEDA EN VILLENA
Hoy viernes 25 de febrero, se ha procedido a la eliminación del bosquete de pinos piñoneros (Pinus pinea) en las inmediaciones de Viveros Lázaro, posiblemente, no lo hemos podido confirmar todavía, con motivo de las obras de canalización de la Ctra. de Pinoso.
Lo más significativo de esa pinada y que le daba un valor añadido al propio de cualquier arboleda (sumidero de Dióxido de carbono, refugio para la fauna, etc.) es que eran pinos piñoneros injertados sobre carrascos. Una curiosidad para nuestra ciudad que ha desparecido.
Desde nuestra asociación queremos hacernos eco siempre de la desparición de arboledas tanto públicas como privadas con la esperanza de que el árbol llegue un día a tener para las personas el valor que tiene realmente.
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Estos pinos se plantaron ya con un porte considerable hace algunos años en el polígono industrial El Rubial, el problema es que al entutorarlos fueron atados con cuerda de nylon, y al engrosar el tronco han quedado estrangulados.
Para profundizar un poco mas sobre el tema: Árboles estrangulados en Krispy_yamaguchy.
24 de febrero de 2011
EL USO DE INSECTICIDAS Y LA PLAGA DE LA PROCESIONARIA
El pasado sábado día 12 de febrero se publicó una noticia en el diario INFORMACIÓN sobre la perdida de ciertos pinos como consecuencia de una plaga de procesionaria en Aspe.
Si bien es cierto, que los pinos afectados por las plagas de procesionaria (Thaumetopoea (Traumatocampa) pityocampa ), quedan debilitados tras la infección, incluso algunos pueden morir, también es cierto que en la mayoría de casos los pinos vuelven a rebrotar y además con cierta vigorosidad.
Es necesario explicar, en defensa de las orugas de esta especie de mariposas nocturnas, que los pelos urticantes que tienen las orugas producen dicho efecto urticante cuando se entra en contacto con la oruga. El animal no va diseminando sus pelos por el ambiente, puesto que es un seguro repelente frente a ciertos depredadores. Es cierto que estas orugas pueden provocar diversos tipos de alergias pero en la mayoría de casos, diversos tipos de alergias primaverales son asignados de forma altruista a la presencia de la procesionaria, en muchas ocasiones provocada por nuestro estilo de vida donde lo aséptico prevalece frente a la relación con la naturaleza.
Hago referencia al artículo publicado en el diario Información del mismo día unas páginas más adelante, donde el médico y profesor D. Adrián Martínez identifica la relación de las personas expuestas a insecticidas y el incremento de las probabilidades de padecer la enfermedad de Parkinson.
Muchos de estos insecticidas quedan presentes en la zona el tiempo suficiente como para ser asimilados también por cualquier animal superior que pase por allí, incluso por el ser humano y sus animales domésticos.
La problemática ambiental de las fumigaciones con insecticidas que normalmente se plantea para “mantener los montes en buen estado” como indicó el edil de EU Antonio Puerto en el artículo de la plaga de procesionaria en la pinada de Aspe, es la solución de mayor impacto negativo sobre todos los seres vivos que habitan la zona.
La fumigación con insecticidas, a parte de la contaminación tóxica y nociva y la afección directa e indirecta sobre especies que no son objeto de eliminación, es que incrementan notablemente los casos de alergia ambiental por los pelos urticantes de las orugas que han muerto, es decir, en condiciones normales, cuando las orugas nomadean en procesión desde los árboles hasta que encuentran un lugar apropiado en el suelo y se entierran para pupar y convertirse en mariposas adultas, hacen una última muda para transformarse en crisálida y dejan enterrados los pelos urticantes, por tanto, si fumigamos una zona donde hay una plaga de esta especie los cadáveres de las orugas con sus pelos urticantes quedarán repartidos y esparcidos por doquier, provocando un aumento exagerado de los casos de alergia.
Para actuar sobre la especie cuando esta se encuentra en fase de oruga debemos actuar siempre mediante acciones estudiadas poco o nada agresivas para el medio.
Y para ello debemos recurrir a los tratamientos biológicos. Uno de los más selectivos y menos costosa para combatir la plaga es la eliminación directa y manual de las bolsas de seda donde se refugian las orugas. Es más, hoy en día existen aparatos manuales, que no contaminan ni precisan recambios ni mantenimiento. Basta con recoger las bolsas y depositarlas en un contenedor para su posterior eliminación.
Otro mecanismo de control como alternativa al uso de los insecticidas químicos tradicionales es la utilización del Bacillus Thuringiensis, un insecticida biológico compuesto de miles de bacterias, que actualmente se consigue producir para actuar específicamente sobre especies concretas y con poco impacto ambiental. Para el tratamiento se mezcla el producto con agua y se aplica pulverizando con mochila, cañón o en tratamientos aéreos. Las orugas al comer acículas impregnadas con el producto, se infectan y mueren.
Las plagas aparecen como consecuencia del tremendo impacto medioambiental que la gran población humana y sus hábitos de consumo tienen sobre el planeta. Haciendo referencia al caso de la procesionaria del pino que estamos tratando, cómo no, también tenemos la culpa. Si a la magnífica estrategia de supervivencia en el desarrollo de las orugas, le añadimos plantaciones únicas y monoespecíficas de pinos y a parte eliminamos los depredadores naturales mediante el uso de insecticidas y venenos, estamos ofreciendo el maná para la proliferación de la especie.
Tras muchas décadas de ignorantes hábitos, tenemos que cambiar nuestra mal acostumbrada manera de interactuar de forma negativa en el entorno y evitar el uso de venenos que contaminen nuestros campos.
Texto:
Jose Carlos Hdez.
Jose Carlos Hdez.
Para saber más sobre la biología de la procesionaria: PROCESIONARIA DEL PINO, de Krispy Yamaguchy
23 de febrero de 2011
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Los comederos y bebederos de fauna se colocan frecuentemente en los cotos de caza para favorecer a las especies cinegéticas en épocas de escasez.
La legislación, así como el sentido común, prohíben disparar a los animales que acudan a beber o comer, ya que de esta forma desaparece totalmente la ventaja del animal sobre el cazador y con ella toda la nobleza de una actividad que algunos consideran un deporte. A esto hay que sumar que está prohibido abandonar cartuchos de caza en el monte.
Junto a esta balsa pudimos contar más de 50 cartuchos mezclados con otros tipos de basura como latas o bolas de papel de aluminio.
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