Desecada ente los años 1803 y 1806
con la autorización del Rey Carlos IV, la Laguna de Villena fue hasta la fecha un espacio natural
de primer nivel medioambiental.
Importante núcleo de biodiversidad con grandes valores
ecológicos y culturales para los habitantes de la zona que
quedaron reflejados en los restos arqueológicos hallados en lugares como
el Cabezo Redondo, la Cueva del Lagrimal o la Huesa Tacaña. También en los
relatos y documentos de personajes históricos se hace referencia a la laguna y
los recursos naturales que ofreció.
Sus aguas mantuvieron una riquísima variedad de organismos entre los que destacan grupo de las aves, pues este humedal ofrecía un lugar
para su reproducción, invernada o refugio de decenas de especies que
precisaban de este tipo de ambientes para sobrevivir. Lugar de paso y descanso
para los migrantes de entre la parte continental ibérica y las áreas
costeras, donde en la actualidad todavía se pueden observar garzas, avefrías, patos,
andarríos, agachadizas, chorlitejos y cigüeñuelas que
llegan atraídas cuando las aguas de la laguna aparecen someras.
Garcilla bueyera
Otra especie sin la cual no se podría escribir sobre la
historia natural de La Laguna de Villena es el fartet; ese pequeño
pez que en tantas ocasiones nos hemos referido, cuya singularidad adquirida por
el aislamiento geográfico ofrecido por las aguas de la laguna hicieron de
él uno de los elementos vivos de mayor relevancia de la provincia de
Alicante. Primero relegado a la Acequia del Rey y posteriormente EXTINGUIDO de
su medio natural, el fartet siempre ha sido uno de los objetivos primordiales en
conservación a nivel local hasta su reintroducción en el medio natural en el
año 2016.
Fartet en la Laguna de Villena
En la actualidad, gran parte del humedal aparece parcelado
o convertido en extensiones yermas y cultivos de relativa productividad
agrícola. Sólo tras los grandes episodios de lluvias recupera su
carácter de humedal y de laguna estacional.
Tras las inundaciones, zonas
encharcadas y acequias permiten la presencia de fauna de gran interés. Las tierras
quedan entonces anegadas por las aguas de escorrentía y afloramientos que bajan
desde los cabezos y toda el área circundante, transformándose en
un enclave único en el territorio. Junto con la Acequia del Rey, algunas
acequias mantienen agua durante todo el año recibiendo diversos aportes hídricos, creando
un ecosistema de altísimo valor ambiental.
Las lagunas y zonas húmedas continentales son
los hábitats más sensibles, frágiles y vulnerables a las alteraciones
humanas y a los efectos del cambio climático. Son un recurso hídrico
natural que además alberga una importante comunidad biológica con numerosas
especies amenazadas.
Vista de los bancales anegados tras las lluvias en la Laguna de Villena
Con algo más de 717 hectáreas la Laguna de Villena está
declarada figura de protección como Zona Húmeda desde el año 2002 e incluida como
Lugar de Interés Comunitario (LIC) desde 2001; aún así, se trata de un lugar
prioritario de conservación y precisa de su Reconocimiento, Recuperación y Protección,
siendo necesarios compromisos
sociales, municipales y autonómicos para su declaración
como Zona Especial de Conservación para
formar parte de la Red Natura 2000 y convertirse en la reserva natural que merece.
José Carlos Hernández Bravo