En
la mañana del lunes 28 de Diciembre nuestro compañero y amigo Rafa Cantó
abandonó nuestro mundo, un mundo que, tal y como nos hemos afanado en
construir, consideraba insostenible e insensible. Era él un hombre con una
sensibilidad especial que nunca tuvo buen encaje en los sinsentidos de nuestro
modo de vida. Nos lo recordaba con su bondadosa habilidad de practicar una
ironía amable y a la vez provocadora.
Hemos
perdido un alma auténtica y aún no sabemos cuánto hemos perdido quiénes creemos
en la necesidad de una revolución ecológica: de las intimidades y de las
sociedades. Resulta que Rafa decidió, hace tiempo, ser serena y deliberadamente
inoportuno. ¡Y qué oportuno se nos hace ahora tener un compañero así, que nos
recuerde que hay un gran trabajo por hacer que no estamos haciendo seriamente!
Lo
cierto es que Rafa empezó en el negocio familiar de la restauración, luego
intentó conjugar la experiencia de un comedor vegetariano con otras iniciativas
en restauración. Comer sin consumirse ni consumir al mundo… y de ahí a enredar
a los comensales con la producción misma del alimento, con la fertilidad de la
tierra. Entonces se dedicó por completo al cultivo, a experimentar con la
capacidad creativa de la tierra... y con la fertilidad del espíritu de la gente.
En este periplo intentó poner en marcha una cooperativa de consumidores,
distribuyó productos ecológicos y finalmente se dedicó a producirlos.
Bebiendo
de una profunda espiritualidad cristiana, ha conectado con muchas personas que
viven el ecologismo desde su interioridad. De esa fuente y con ese anhelo ha
participado durante varias décadas en la asamblea local de Los Verdes, y
después en nuestra Asociación Salvatierra.
Su
obsesión fue que la gente tomara conciencia que nuestra incidencia en el
medio nos está llevando directos al borde del abismo. Que la educación de esta
sociedad era la solución para corregir nuestro sistema de vida. Fue la voz que pedía a gritos la manera de actuar.
Siempre
lo hemos conocido como un hombre bondadoso, amigo de todos, distinto a
cualquiera, esclavo de sus convicciones e incomprendido demasiadas veces por la
misma sociedad que lo perturbaba.
Los
miembros de la Asociación Salvatierra de Villena nos sentimos muy apenados por
su pérdida. Echaremos a faltar su bondad, su sensibilidad y su insistencia
moral en hacer nuestro estilo de vida profundamente sostenible
y significativo.
“Hay tantos frentes! Pero por
afrontarlos, no se, igual se solucionan o igual no. No se hasta donde el hombre
puede y debe, o debe dejar que se haga tanto mal. Pero personalmente si me
siento culpable tengo que rectificar.”
Rafa Cantó